Un rincón secreto a la sombra del Macizo de Anaga y en la orilla del inmenso Océano Atlántico. Este alojamiento es un 'Oasis' al lado del mar, un refugio de calma, indómito y salvaje, para aquellos que quieran perderse en algún lugar entre el nutrido verde de la montaña y el eterno azul del mar. Desde su puerta, nacen senderos por los que perderse en la naturaleza y se alcanzan piscinas naturales y playas de arena negra solo conocidas por locales o aquellos que buscan una experiencia diferente.

Este Oasis es una pequeña casita ubicada en un caserío perdido, en la zona de Taganana. Es un remanso de paz, arrullado por el murmullo de las olas, y solo interrumpida por el ocasional sonido de las aves marinas. Se ubica a escasos metros del mar y al pie del Macizo de Anaga, Parque Natural.

El Oasis tiene calma para todo tipo de huéspedes: para aquellos amantes de la naturaleza, prácticamente desde el alojamiento, parten senderos que se adentran en el Macizo de Anaga, un auténtica joya prehistórica. Para los amantes del mar, a escasos metros se hallan unas pequeñas piscinas naturales y la playa de exótica arena negra de Tachero, que en ciertas épocas del año presenta un bancal de arena que se adentra hasta 100 metros en el mar.

La decoración de la casa combina el estilo rústico más canario con algunos elementos muy seleccionados de modernidad y comodidad. Está dividida en tres plantas utilizables: accediendo por la parte inferior se llega al acogedor y luminoso salón-cocina con sofá cama. Es una agradable zona de estar para tomar un pequeño aperitivo mientras se prepara la comida en su cocina de aspecto rústico (aunque renovada). La cocina, con su alacena de madera hecha a mano, cuenta con microondas y todos los utensilios necesarios para la estancia. Si tomamos las escaleras, accedemos a la segunda planta, donde se encuentra el dormitorio, amplio y luminoso, desde el que se accede a un pequeño balconcillo en el que se atisba el mar inmenso y las montañas. La cama del dormitorio es de matrimonio, con posibilidad de reclinarse electrónicamente y de separarse en dos camas individuales, si así lo quisieran los huéspedes. Asimismo, la habitación cuenta con una televisión para aquellos huéspedes que deseen utilizarla.En esa misma planta, hallamos el baño con plato de ducha y recientemente reformado.En la última planta, encontramos la mejor parte de este Oasis, su centro: la terraza-azotea parcialmente cubierta por un porche (para las horas de mayor soleamiento) y desde la que se divisa el inmenso océano Atlántico y las montañas de Anaga. Se trata de un lugar inmejorable para tomar los primeros rayos de sol con el desayuna o pasar las últimas horas de la tarde y primeras de la noche junto a una buena botella de vino Malvasía de la isla.El alojamiento se ubica en la zona de Taganana pero en un caserío recóndito, que incluso es desconocido para muchos locales. Se accede a través de una carretera que desciende por la loma del Macizo de Anaga hasta la orilla de la playa. Desde el caserío parten varias rutas de senderismo que se pierden en la naturaleza a lo largo de la costa y ascendiendo por las montañas, para aquellos que busquen aventura. Además, frente al caserío hay numerosas zonas para el baño prácticamente privados, como charcos que se crean con las mareas y una playa virgen de arena o callao dependiendo también de las mareas y la época del año. La ubicación en este paraje virgen y apartado es la magia de este Oasis. Muy pocos lo conocen. Utilizando el coche también se pueden alcanzar las mejores rutas de senderismo de la isla que parten desde otros puntos del Macizo de Anaga, uno de los últimos reductos de Laurisilva del mundo. La Laurisilva es un tipo de vegetación exuberante y prehistórica que solo se conserva en algunas islas de la Macaronesia (Canarias y Azores). A unos kilómetros en coche encontramos también algunas de las mejores playas de la isla, las preferidas por los locales y de exótica arena negra: Roque de las Bodegas, Almáciga y Benijo.

El mejor modo de acceder al alojamiento es mediante coche. Al estar en un paraje protegido en plena naturaleza y en medio de rutas de senderismo, se accede al caserío a través de una estrecha carretera de tierra que desciende hasta el mar, por lo que se recomienda llegar al alojamiento mientras aún haya luz del día. Hay zonas de aparcamiento en el caserío aunque en algunas épocas del año y a determinadas horas puede costar un poco más por encontrarse en ese momento alguno de los pocos habitantes del caserío.